CHIRCALES
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“CHIRCALES” de Marta Rodríguez y Jorge Silva

A través del cine, Marta Rodríguez y Jorge Silva narran la historia de la Familia Castañeda, migrantes que llegaron a integrar el mundo de los Chircales al sur de Bogotá

América Latina es receptora de tecnologías de la comunicación en cuanto a equipos (hardware) e insumos (software); pues son las corporaciones europeas, japonesas y norteamericanas las que controlan la mayor parte de la producción y el mercado. Pero ser receptora no implica ser pasiva, pues ha habido una apropiación y uso creativo de ellas. Por ejemplo, a inicios de la década del 60 se conformó un movimiento de cineastas conocido como ‘Nuevo Cine Latinoamericano’, interesado en retratar la realidad social de América Latina, en interpretar y discutir los problemas de la realidad latinoamericana mediante el cine (Polanco y Aguilera 2011). Se produjeron:

películas que pretendían intervenir en los procesos políticos, que buscaban transformar las conciencias, movilizar a las personas; películas que transmitían su gesto rebelde también en la estética, que rompían con géneros y tradiciones, que por momentos mostraban, por primera vez el verdadero rostro de América Latina, que llevaban a la pantalla su auténtica expresión (Schuman en Santoro: 83).

No se limitó a ser un conjunto de películas, fue además un espacio permanente para debates, manifiestos, proyectos, teorías y luchas. Se buscó establecer una relación con instituciones populares, multiplicar experiencias entre mineros, operarios y trabajadores, y organizar centros de producción y sistemas de exhibición para la concientización y la movilización. De esta manera, a diferencia del cine industrial, comercial y colonizador, las películas tenían como función principal potenciar el debate grupal y la reflexión individual (Santoro 1989).

No se limitó a ser un conjunto de películas, fue además un espacio permanente para debates, manifiestos, proyectos, teorías y luchas. Se buscó establecer una relación con instituciones populares, multiplicar experiencias entre mineros, operarios y trabajadores, y organizar centros de producción y sistemas de exhibición para la concientización y la movilización. De esta manera, a diferencia del cine industrial, comercial y colonizador, las películas tenían como función principal potenciar el debate grupal y la reflexión individual (Santoro 1989).

Colombia también hizo parte de esta apuesta cinematográfica con las producciones de Marta Rodríguez y Jorge Silva. Desde 1968 ambos trabajaron estrechamente con el movimiento agrario, movimientos sindicales, estudiantiles, las comunidades indígenas y afrocolombianas, y con ellos abordaron críticamente cuestiones de la sociedad colombiana con la cámara. En 1971 aparece su primer trabajo, Chircales, un documental de 42 minutos. En él registran la vida de la familia Castañeda inmersa en el mundo de los chircales al sur de la ciudad de Bogotá en el barrio Tunjuelito, zonas en las cuales los obreros trabajan en la elaboración del ladrillo por métodos primitivos.

Marta Rodríguez conoció el barrio Tunjuelito a finales de la década del 50 cuando el cura Camilo Torres crea el Movimiento Universitario de Promoción Comunal. Luego de regresar a Bogotá y conocer a Jorge Silva, se van juntos en 1966 a filmar los chircales. El documental es fruto de 5 años de trabajo de campo:

Era una forma de hacer antropología que permitía conocer la realidad en un nivel muy profundo: convivir cinco años para conocer a una familia, para conocer al ser humano, no con una encuesta, ni como el periodista que graba un día y cree mostrar la realidad… Es llegar al ser humano, a las costumbres, a las vivencias… Son muchas cosas las que uno comparte en cinco años (Entrevista a Marta Rodríguez 1996)

Para entrar a los Chircales primero solicitó permiso a los dueños de las haciendas; les dijo que era lingüista y que quería hacer un estudio lingüístico. Una vez adentro, conocieron a la familia Castañeda: se acercaron a ella, esperaron que los aceptaran, que supieran por qué estaban allí y qué estaban haciendo. Comenzaron preguntando cómo se hace el ladrillo: y al cabo de un tiempo pudieron hablar de la vida política y la vida sexual.

El estar allí les permitió conocer de cerca de los personajes y su realidad. Observaron su brutal cotidianidad: cargan ladrillos en la espalda, amasan barro mezclado con piedras y vidrios todo el día sin importar las cortaduras, trabajan para comer. Nos muestran el régimen de explotación al que son sometidos por parte de terratenientes y patrones, y el ámbito en el que viven y sobreviven mientras la enfermedad y la muerte los ronda. A su vez nos cuentan sus sueños y fantasías con las cuales escapan de su día a día. Es la historia de una familia, pero representa la vida de muchos campesinos que llegaron a la ciudad huyendo de la Violencia con muy pocas herramientas para su subsistencia; en contraposición del discurso presidencial de “todo va bien”.

Chircales fue su primer trabajo, luego del cual emprenderían un gran recorrido con cámara al hombro por diferentes zonas del país, conjugando la realización audiovisual con la investigación y la formación, insertando lo audiovisual en una apuesta política, y construyendo una memoria visual sobre nuestro pasado y nuestro presente.

Fuentes:

  • Gómez, Santiago Andrés (1996). “Entrevista a Marta Rodríguez. Nos robaron la tierra, pero no nos van a robar el aire”. Revista Kinetoscopio 7(40), pp. 90-99.
  • Polanco, G. & Aguilera, C. (2011). Luchas de representación: prácticas, procesos y sentidos audiovisuales colectivos en el suroccidente colombiano. Cali: Programa Editorial Universidad del Valle.
  • Santoro, L. F. (1989). A imagen nas mãos: o vídeo popular no Brasil. São Paulo: Summus Editorial
  • Valenzuela, Valeria. “Giro subjetivo en el documental latinoamericano: de la cámara-puño al sujeto-cámara”. En: http://www.lafuga.cl/giro-subjetivo-en-el-documental-latinoamericano/439
  • www.martarodriguez.com